martes, 16 de octubre de 2007

El miedo

Siempre cojo el 8, el autobús número 8 para ir a trabajar. Pasa por Vallekas y después por Moratalaz, y aún más adelante debe hacerlo, aunque no sé a qué altura, por algún centro de atención a personas discapacitadas, porque son muchas las que se suben a él, sobre todo por las mañanas (solas o acompañadas), durante el trayecto.

Una de estas personas es un chaval de unos 20 años que además de algún tipo de discapacidad psíquica tiene también problemas de psicomotricidad. Es más que habitual oirle criticar la poca movilidad de la que "disfruta" Madrid, de bolardos, aceras y demás "peligros" con que cada día se topa (él y tantas otras personas) y que le hacen la vida imposible. A mí personalmente me hace especial gracia cuando conmina a "la Espe" y Gallardón a moverse por la capital en una silla de ruedas. Es un chaval muy abierto. Se suele sentar en el asiento de al lado del conductor y le da palique como nadie. No para de hacer bromas. Eso sí, sus conversaciones en ningún momento se puede decir que sean privadas, jejeje, porque quieras o no su tono de voz, e incluso en no pocas ocasiones su invitación directa a que participes de la conversación si en algún momento te quedas mirando, convierte la charla en charla común de todo y para todo el autobús.

Pues bien. esta mañana una vieja que iba a mi lado no paraba de refunfuñar y criticar entre dientes al chaval. Que si hablaba alto, que "si luego dicen que estaban locos, sí claro, cuando resulta que ya han matado a toda su familia, como ese chico que salía ayer por la tele, encerrados los tenían que tener"...

¿Rabia? ¿Pena? ¿Asco?

(...)

No lo sé, no sabría definir en una sola palabra lo que sentí ante los comentarios de la vieja en cuestión... Pero sí localicé en seguida el motivo de sus palabras: el miedo. El miedo ante lo diferente.

Y ese miedo, a mí me dio miedo. Mucho miedo.

1 comentario:

Mauricio dijo...

No solo miedo. Esas opiniones dan pena y demustra cual es el nivel de la gente. Sí, lo diferente siempre asusta. Pero esta gente sería feliz, aunque no lo digan o no lo sepan, con un apartheid.