martes, 29 de enero de 2008

Derecha patológica

Siempre he dicho que me gustaría mucho poder asistir de convidada de piedra a una reunión privada del ala dura del PP. Ésa en la que cada vez con menos dudas para todo el mundo se posiciona sin reservas Esperanza Aguirre.

Y es que me llama increíblemente la curiosidad saber de primera mano en qué términos se expresan. Porque si el streptease público de su piel de cordero (si es que alguna vez la lucieron...) se hace progresivamente más descarado, no quiero ni pensar el nivel de podredumbre moral que llegarán a alcanzar en sus diatribas a petit comité...

"El caso del Hospital de Leganés" o, mejor dicho, el "caso Lamela" es otro más de los productos de casquería de esta gente que, después de la sentencia judicial que acaba de excluir a los profesionales de la medicina de este centro de cualquier tipo de mala práctica médica, les sitúa, por si todavía alguien continuaba en el engaño, en las antípodas de esos insultos armados de turbios ácidos que todo lo destruyen a su paso (como todo lo que sale de su boca) escupidos por Jiménez Losantos, quien llegó a calificar al Dr. Montes como de "doctor muerte" y "asesino", y a su équipo médico como “Sendero Luminoso” (en referencia al grupo terrorista maoísta que operaba en Perú).

Hoy mismo "El País" publica una entrevista con Luis Montes: No se puede ser más claro.

lunes, 14 de enero de 2008

Se fue. Era un hombre glauco


Siempre que se muere un escritor, un escritor que me ha hecho sentir, que he sentido como parte de mi mundo, un escritor-hacha, escritor de esas literaturas que hieren o que te pinchan o que te confunden o que te deshacen o que te conceden por unos segundos esa pieza del puzzle o te la roban...

Siempre que se muere uno de esos escritores me entra un vértigo brutal. VÉRTIGO. Y me dispongo a recorrer toda su bibliografía con voracidad de desesperada porque temo... No sé qué es lo que temo verdaderamente. Temo, de alguna manera, lo absurdo de la nada en que todo redunda, temo la violación de la memoria, temo al olvido pero, sobre todo, temo que mi vida sea menos completa con su muerte. No lo sé.


Pudimos hablar con él, te acuerdas?, en la Feria del Libro de Madrid de hace un par de años. Acompañado del fiel Chus Visor, ahí estaba, mirando el mundo pasar. Y la admiración ejerció de imán. Sólo se nos ocurrió preguntarle por su color favorito pero, ¿qué se le pregunta a un poeta? El "glauco", nos reconoció después de pensarlo por un rato. Y con esa confesión, la sensibilidad, la intuición, la inteligencia.

Gracias, Ángel por ayudarme a vivir.


MUERTE EN EL OLVIDO

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...


Ángel González