miércoles, 31 de diciembre de 2008







- ¿Y el año próximo...? —preguntó angustiado—.
- "Óximo, imo..." —le contestó, pausado, el eco—.

jueves, 4 de diciembre de 2008


El último disco de Ska-P, `Lágrimas y gozos´: m´ancantao! ;-)

lunes, 1 de diciembre de 2008

Los sueños. Ésos sí que no se desalojan...

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Un loco genial

Reducto de libertad, de verdad, de vida. Desde aquel disco viejo que mi padre guardaba junto a otros en la última balda del armario del salón: barba pelirroja, flor en la barbilla, el loco de la vía. Nunca ha dejado de serlo. Un loco genial. Después de aquel LP vinieron muchos más. Y menos mal. Canciones y versos que me han acompañado desde entonces y que me han reconciliado conmigo tantas y tantas veces.

Claro, cómo iba a saber él todo eso. La intrahistoria de una música que se entrelaza con la vida —la mía, en este caso—.

Y tiene una mirada algo tímida, que contrasta tanto con su voz potente... Y al mismo tiempo, la ternura de su sonrisa refuerza esa voluntad luchadora que marca cada una de sus palabras. "Yo no creo en la utopía", se atreve a confesar. Y aunque no hace falta que lo explique, que actos valieron siempre más que palabras y su trayectoria habla por él, él puntualiza. "Porque, aunque nos quieran hacer creer otra cosa, la libertad, la igualdad o el respeto nunca fueron utopías. Son necesidades".

jueves, 13 de noviembre de 2008









Porque la luz tiene
tanto que ver con la felicidad.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Medias sonrisas o el genial Millás

LA HIJA DE BEATRIZ

El viernes pasado, Día del Libro, estaba comiendo un bocadillo de calamares en un bar de López de Hoyos, cuando se me acercó un chica con melena ondulada y falda a cuadros que parecía proceder de mi adolescencia más que de la calle. Llevaba en la mano un libro de Paulo Coelho en el que, según me dijo, acababa de leer que el mundo estaba lleno de señales.

- Me he dado cuenta —añadió— de que comes el pan como si más que masticarlo lo pensaras, igual que hacía mi padre muerto.

- Pues me cago en Paulo Coelho y en tu padre muerto —respondí sin agresividad—. No hablo con nadie cuyas citas literarias no sean de Shakespeare para arriba.

- Eso también era típico de mi padre —respondió ella con dulzura—: despreciar lo que ignoraba. Puedes cagarte en él todo lo que quieras, pero deja a Paulo Coelho en paz.

Entonces me di cuenta de que el mundo estaba de verdad lleno de señales. Aquella chica me recordaba una novia de mi adolescencia llamada Beatriz, un nombre un poco raro para la época, dominada por las paquitas, las julias y las marujas. Tal vez, pensé, venía a decirme algo desde el pasado. A veces pienso en el pasado. Voy caminando por la calle de Constancia, en dirección al colegio, y de súbito veo venir de frente a Beatriz, que va a clase de estenotipia y mecanografía. Quizá sea un poco cruel exigirle una cita de Shakespeare con un bagaje cultural tan escaso. Después de todo, yo tropecé con Shakespeare por casualidad y no siempre consigo entender lo que dice. Me faltó el canto de un duro para quedarme con Paulo Coelho: tal vez lo hubiera preferido a condición de que Beatriz permaneciera a mi lado. Ahora seríamos los dos mayores y veríamos la tele y leeríamos a Paulo Coelho juntos. Nuestros hijos llenarían la casa de libros de autoayuda y habríamos encontrado a la vida un sentido coelhiano. Dicho así suena bien, mejor que sartreano o wittgensteniano.

Hablando de Wittgenstein, me acordé de un libro muy importante de mi juventud: La Viena de Wittgenstein. Tal vez, de haberme casado con Beatriz, yo podría haber escrito el Sao Paulo de Coelho. No sé, no sabe uno lo que es importante y lo que no. Di un trago a la cerveza, mordí el pie de un calamar que se escapaba por la herida abierta del pan y lancé una mirada amable a la chica.

- Mira —le dije—, no quiero molestarte, pero es que Paulo Coelho escribe muy mal y es un farsante. Además no creo que el mundo esté lleno de señales. Más bien peca de lo contrario: de falta de señalización. El mundo es peor que el aeropuerto de Francfort: todos los carteles están ahí para confundirte, para que cojas el vuelo que no es o te quedes atrapado en el laberinto de sus pasillos.

- Razón de más para que cuando aparezca una señal nos aferremos a ella, y ya he dicho que te pareces a mi padre.

- Pues no es por darle la razón a Coelho, pero tú eres igual a una chica de la que estuve enamorado en mi adolescencia. Idéntica, idéntica. A lo mejor eres hija de ella. Se lamaba Beatriz.

- No sigas —respondió palideciendo la chica—. Mi madre se llama Beatriz, pero tengo miedo de que si continúas hablando no se trate de ella, con lo que me gustan a mí las señales del destino.

A mí también me dio miedo indagar, por si se rompía la magia, con perdón. Nunca había imaginado viuda a Beatriz, con la ropa interior negra y todo eso. Yo seguía soltero por pereza. Quizá ninguna mujer había insistido lo suficiente, pero de repente pensé que si Beatriz estaba viuda y todavía sintiera algo por mí, yo estaría dispuesto a casarme con ella, aunque su hija leyera a Paulo Coelho. Personalmente, había caído el año anterior en el desvarío de leer a Susana Tamaro.

- Quiero casarme con tu madre —me oí decir con decisión, mientras pagaba la cerveza y el bocadillo de calamares.

- Pero si ni siquiera sabes si es la Beatriz de tu juventud.

- No importa —respondí—. Si esto es una señal, no quiero dejar de leerla. Me da pánico pasarme la vida dentro de un aeropuerto en busca del módulo de información. Llévame donde esté ella. Seré como un padre para ti.

Eso es en realidad lo que imaginé, y sin duda lo que tenía que haber hecho, pero no tuve valor para traicionar a Shakespeare a favor de Coelho. Entre la literatura y la vida, siempre elijo la literatura, y así me va. La chica abandonó el establecimiento en busca de otra señal y cuando salí había desaparecido.

Los objetos nos llaman, Juan José Millás

martes, 11 de noviembre de 2008

De obsesiones huecas

Ayer tuve la oportunidad de entrevistar a Juan José Millás. Y si hubo algo de lo que dijo que me llamara especialmente la atención fue un comentario que, aunque en principio pudiera parecer evidente, me dejó —he de reconocer— bastante preocupada, la verdad.

Pues el caso es que según él, al principio de la carrera literaria de un escritor "es habitual", dijo, "que éste hable de sí mismo, en primera persona, porque es frecuente al comienzo suplir el oficio con sinceridad, porque la sinceridad es algo que encaja muy bien en literatura".

Ahí que se me ha quedado grabado el tema. Yo que siempre había rehuído escribir de mí misma pero, al mismo tiempo, me resultaba imposible escribir contando historia desde otras gentes. Invención en su estado puro. Y ahora resulta que no es mal comienzo...

Pues con todo, no sé yo si seré capaz... ¿Y entonces qué?

jueves, 30 de octubre de 2008

Tan cargada de sentido: "compañera"

Así describe Fernando Fernán Gómez en sus memorias a Emma Cohen, "la compañera de su vida":

"La década de los setenta fue mi mejor verano, un poco tardío, pues me llegó en pleno otoño. Un día, durante el trabajo, entre los árboles de la Casa de Campo, dentro de un coche de caballos, disfrazada de antigua, encontré a la compañera de mi vida. Era joven, hermosa, alegre, pensativa. Le gustaba leer, quería trabajar en el cine, en el teatro, dirigir películas, escribir, cambiar el mundo. Quería ser libre, ser ella, y estaba sola, y no quería estar sola. A partir de entonces compartimos nuestros proyectos, confundimos nuestros recuerdos, trabajamos y esperamos juntos. Llenó la casa de risas, de bromas, de juegos, de amigos. Cuanto ella podía tener de hospitalario me lo entregó, procurando, con su gran instinto, restañar las viejas heridas y, con minuciosa delicadeza, no abrir ninguna nueva".

Bonito, ¿no?

viernes, 24 de octubre de 2008

Todavía existe algo más bonito que las mañanas claras de verano: las mañanas claras de invierno.

jueves, 23 de octubre de 2008

Transmutaciones momentáneas

Es curioso.

Es curioso como, a veces, por algo que has leído, que te han contado o que, incluso tú mismo has visto, sufres una especie de transmutación. Como una extrañeza de tu propio cuerpo. Y te pones de un modo tan real en el lugar del otro que te da hasta miedo... Y de pronto eres tan extremadamente consciente de que podías haber sido otra persona, en otras circunstancias... Que, efectivamente, da miedo.

Y, agarrada a la barra, voy leyendo en el bus el dominical de El País. Sí, lo sé, es jueves, pero el fin de semana no me dejó ni un segundo libre. Hacia la mitad de la revista, un reportaje sobre el Ejido de Jesús Rodríguez capta mi atención:

"... Como esa mujer nigeriana que partió hacia Europa hace cinco años con su marido y su recién nacido. En el camión murió su hijo. Su marido la abandonó. Ella siguió. Atravesó el Sáhara. Llegó a Marruecos embarazada de gemelos. Trabajó en Tánger hasta pagar el pasaje en una patera para los tres. Lo consiguió. A unos metros de la costa de Marruecos, la patera se hundió. La mujer alcanzó nadando la orilla. Sus niños perdieron la vida. Durante cuatro años pidió limosna para conseguir un nuevo pasaje. Cuando le preguntan por qué no desistía, contestaba: "Mirar a Europa es mirar al futuro; y mirar a África es mirar al pasado. Y desde este lugar me cuesta mucho más retroceder que seguir adelante". Esa mujer subió a una patera el pasado mes de agosto con dirección a Almería. El Ejido era su destino. Murió ahogada junto a otros 30 sin papeles. No llegó a paladear el sueño europeo".

Joder, pero si es mi parada! Toco el botón del avisador y me bajo corriendo. Son las diez y cuarto y llegó tarde a la redacción...

martes, 21 de octubre de 2008

De dignidad y resistencia

Tiene una mirada penetrante, sincera, fuerte. Y las ideas muy claras. Destila además una humanidad de ésa que sólo poseen quienes trabajan día a día con la parte más vulnerable del ser humano: la enfermedad. Y además comprenden el sufrimiento ajeno, empatizan con su dolor y no se quedan al margen.

"Contra la mentira, optamos por resistir", me dice Luis Montes. Y el tiempo les dio la razón. Pero, ¿quién se acuerda de aquello?


¿Quién se acuerda ya del calvario que hubo de soportar durante tres largos años las Urgencias del Hospital de Leganés? De las infamias lanzadas a bomba y fuego —en una estrategia maquiavélicamente calculada desde el Gobierno de la Comunidad de Madrid— contra el equipo médico que las coordinaba, capitaneado por el doctor Montes.

Tres largos años de insultos, de mentiras, de calumnias... En una campaña de desprestigio al más alto nivel contra unos médicos que simplemente hacían su trabajo. Unos médicos que no entendían como humano el encarnizamiento terapéutico que lleva a mantener con vida a toda costa a un enfermo en fase terminal —"el sufrimiento dignifica", "Jesucristo murió con dolor", alegan sus próceres, a la derecha de Aguirre—.

Y les acusaron ni más ni menos que de "asesinos". Por no declararse en objección de conciencia. Por ayudar a que tantos enfermos en fase terminal de la Comunidad de Madrid murieran sin dolores en los estertores de la muerte.

Y, rizando el rizo, les acusaron de "aprovecharse de una población (la de Leganés, la de los ciudadanos de una población situada al Sur de Madrid) con bajo nivel cultural" para llevar a cabo este tipo de prácticas médicas. ¿Cómo se puede tener tan poca vergüenza? ¿Cómo se puede insultar de este modo a tanta gente sin que les tiemble la voz?

"Doctor Muerte" le insultó la COPE durante las mañanas de tres largos años al doctor Montes. ¿Cómo podemos tolerar los ciudadanos de este país la existencia de un medio de comunicación como éste que únicamente se dedica a crispar y a difamar, sin ningún tipo de rigor informativo y que reviste cada noticia, cada opinión de la más retrógrada, de la más castradora, de la más dictatorial, de la más medieval, de la más inquisitorial de las ideologías posibles?

Hubo de ser finalmente un tribunal, concretamente la Audiencia Provincial de Madrid a comienzos de este año 2008 —la batalla orquestada desde la entonces Consejería de Lamela comenzaría un 11 de marzo de 2005—, quien concluyera que en las Urgencias del Hospital de Leganés no sólo no se habían cometido "sedaciones irregulares" sino que además no se había practicado ningún tipo de mala praxis médica.

Ante esta sentencia judicial, la Comunidad de Madrid niega la mayor y el silencio. Sin rectificaciones. Sin disculpas. Sólo la prepotencia que les caracteriza. La firma de un despotismo al que ya nos tenía acostumbrados,por ejemplo, Jose María Aznar.

¿Hasta cuándo vamos a soportar esto?

miércoles, 8 de octubre de 2008

Reenganchándonos a la vida

Porque hay días como éste en los que resulta imprescindible una píldora de genialidad que endulce el café del medio día...

"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."

(Julio Cortázar, capítulo 68 de `Rayuela´).

miércoles, 3 de septiembre de 2008

El miedo

Le miraba a los ojos fijamente. Y mientras pensaba en la lista de la compra (hasta las ocho que cierran apenas media hora), asentía con parsimonia y fingida paciencia a cada argumento que él tendía (con cuidado, con mimo, como si de una sábada recién lavada se tratara) entre los dos.

Y cuando terminó, él, de hacer la colada, se fue, ella, calle arriba acordándose de dejar caer a cada rato una razón mojada, como miguitas de pan, en la cuneta para no correr el riesgo de olvidar nunca el camino de regreso.

martes, 12 de agosto de 2008

Humanas contradicciones las llaman

Sube el escalón embebido en su lectura. Trajeado, Calvin Klein más que posible, engominado, apenas 23. Y sin apartar ni por un segundo la vista del libro que le precede —`Inteligencia social´ reza la portada— le pica el billete en los mismos morros al conductor del autobús.

jueves, 24 de abril de 2008

Aguijones envenenados

El bicho ha tomado carrerilla y no para de enseñar, amenazante, el colmillo. Las piezas empiezan a ponerse en su sitio y la figura va tomando forma (apunta un pensamiento en 3 y 3 y cinco de un tal doctor Montes, a alguien le suena?). Qué miedo. Pero qué miedo sobre todo por la pasividad que nos define —libertad y respeto vs. imposición déspota, siempre ganan los segundos (se acaba el tiempo!), en medio del pasillo que le hacen los primeros—.

Al loro:

Aguirre y Rouco pactan que los curas tengan voto sobre el trato a los enfermos terminales

El bicho va tomando fuerza. Y con las malas mañas que caracterizan sus posturas va trazando una tela pegajosa y resistente anclada en aquella podrida santa inquisición vuelta al siglo XXI con el carné de `liberal´.

Y digo yo qué algo habrá que gritar no? Que alguien la tendrá que parar los pies!

miércoles, 23 de abril de 2008

Felicidades, maestro

Opiniones
Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.



Costumbres
no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal.

viernes, 4 de abril de 2008

Compromiso

Más miedo que espanto me da colgar este post... Porque lo hago con la única intención de comprometerme a empezar a escribir. De una puta vez. Porque desde que aprendí a leer enganché vocación pero oye, que no ha habido manera desde entonces de ponerla en práctica...

Porque, de igual manera, `más miedo que espanto´ me ha dado siempre, desde siempre, acometer aquellos proyectos que más ilusión me podían procurar o que más me comprometían como persona. Supongo que todo ello en una postura consciente y al mismo tiempo, por qué no, inconscientemente cobarde de no arriesgar para evitar perder... No jodas! Y si resulta que después de toda la vida queriendo escribir resulta que no se me ocurre nada, que no lo hago bien, que no puedo...?


Dicen que quién no arriesga no gana (en mi opinión, en un intento positivista de empujón y al toro), pero lo cierto es que quien no lo intenta no fracasa.

Pero hasta aquí. Me he decidido a probar. Igual los miedos eran ciertos y definitivamente no sirvo, no me gusta, no sé o incluso resulta que no me llena. Pero lo voy a intentar. Estoy decidida. Y os lo confieso para comprometerme decididamente a ello. Para no volverme a esconder tras la barrera. Para no seguir negándome a mí misma. Que hay que joderse el pánico que me ha dado toda la vida mirarme en el espejo...

lunes, 31 de marzo de 2008

Golosinas del 8 (II)

No me hizo llorar su demencia, su boca huérfana de dientes gritando a cada rato: "Dónde está mi bolso, Mari?", "Dónde vamos, Mari?", sino la mirada tierna y paciente de su hija calmando su inquietud (de nuevo infantil) con una sonrisa comprensiva y contestando cada vez como si se tratara de la primera: "Ahí lo tienes, madre, debajo de tu brazo", "Vamos a la tienda, a Moratalaz, madre". Madre.

martes, 29 de enero de 2008

Derecha patológica

Siempre he dicho que me gustaría mucho poder asistir de convidada de piedra a una reunión privada del ala dura del PP. Ésa en la que cada vez con menos dudas para todo el mundo se posiciona sin reservas Esperanza Aguirre.

Y es que me llama increíblemente la curiosidad saber de primera mano en qué términos se expresan. Porque si el streptease público de su piel de cordero (si es que alguna vez la lucieron...) se hace progresivamente más descarado, no quiero ni pensar el nivel de podredumbre moral que llegarán a alcanzar en sus diatribas a petit comité...

"El caso del Hospital de Leganés" o, mejor dicho, el "caso Lamela" es otro más de los productos de casquería de esta gente que, después de la sentencia judicial que acaba de excluir a los profesionales de la medicina de este centro de cualquier tipo de mala práctica médica, les sitúa, por si todavía alguien continuaba en el engaño, en las antípodas de esos insultos armados de turbios ácidos que todo lo destruyen a su paso (como todo lo que sale de su boca) escupidos por Jiménez Losantos, quien llegó a calificar al Dr. Montes como de "doctor muerte" y "asesino", y a su équipo médico como “Sendero Luminoso” (en referencia al grupo terrorista maoísta que operaba en Perú).

Hoy mismo "El País" publica una entrevista con Luis Montes: No se puede ser más claro.

lunes, 14 de enero de 2008

Se fue. Era un hombre glauco


Siempre que se muere un escritor, un escritor que me ha hecho sentir, que he sentido como parte de mi mundo, un escritor-hacha, escritor de esas literaturas que hieren o que te pinchan o que te confunden o que te deshacen o que te conceden por unos segundos esa pieza del puzzle o te la roban...

Siempre que se muere uno de esos escritores me entra un vértigo brutal. VÉRTIGO. Y me dispongo a recorrer toda su bibliografía con voracidad de desesperada porque temo... No sé qué es lo que temo verdaderamente. Temo, de alguna manera, lo absurdo de la nada en que todo redunda, temo la violación de la memoria, temo al olvido pero, sobre todo, temo que mi vida sea menos completa con su muerte. No lo sé.


Pudimos hablar con él, te acuerdas?, en la Feria del Libro de Madrid de hace un par de años. Acompañado del fiel Chus Visor, ahí estaba, mirando el mundo pasar. Y la admiración ejerció de imán. Sólo se nos ocurrió preguntarle por su color favorito pero, ¿qué se le pregunta a un poeta? El "glauco", nos reconoció después de pensarlo por un rato. Y con esa confesión, la sensibilidad, la intuición, la inteligencia.

Gracias, Ángel por ayudarme a vivir.


MUERTE EN EL OLVIDO

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...


Ángel González