jueves, 23 de octubre de 2008

Transmutaciones momentáneas

Es curioso.

Es curioso como, a veces, por algo que has leído, que te han contado o que, incluso tú mismo has visto, sufres una especie de transmutación. Como una extrañeza de tu propio cuerpo. Y te pones de un modo tan real en el lugar del otro que te da hasta miedo... Y de pronto eres tan extremadamente consciente de que podías haber sido otra persona, en otras circunstancias... Que, efectivamente, da miedo.

Y, agarrada a la barra, voy leyendo en el bus el dominical de El País. Sí, lo sé, es jueves, pero el fin de semana no me dejó ni un segundo libre. Hacia la mitad de la revista, un reportaje sobre el Ejido de Jesús Rodríguez capta mi atención:

"... Como esa mujer nigeriana que partió hacia Europa hace cinco años con su marido y su recién nacido. En el camión murió su hijo. Su marido la abandonó. Ella siguió. Atravesó el Sáhara. Llegó a Marruecos embarazada de gemelos. Trabajó en Tánger hasta pagar el pasaje en una patera para los tres. Lo consiguió. A unos metros de la costa de Marruecos, la patera se hundió. La mujer alcanzó nadando la orilla. Sus niños perdieron la vida. Durante cuatro años pidió limosna para conseguir un nuevo pasaje. Cuando le preguntan por qué no desistía, contestaba: "Mirar a Europa es mirar al futuro; y mirar a África es mirar al pasado. Y desde este lugar me cuesta mucho más retroceder que seguir adelante". Esa mujer subió a una patera el pasado mes de agosto con dirección a Almería. El Ejido era su destino. Murió ahogada junto a otros 30 sin papeles. No llegó a paladear el sueño europeo".

Joder, pero si es mi parada! Toco el botón del avisador y me bajo corriendo. Son las diez y cuarto y llegó tarde a la redacción...

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