miércoles, 8 de octubre de 2008

Reenganchándonos a la vida

Porque hay días como éste en los que resulta imprescindible una píldora de genialidad que endulce el café del medio día...

"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."

(Julio Cortázar, capítulo 68 de `Rayuela´).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

(Hubiera jurado que era el capítulo 69... jejejeje).

Ahora entiendo que el otro día me soltaras la palabra "hidromurias"... A veces me sorprendo de lo lenta que soy para pillar tus pistas...

¡Qué bueno Cortázar!

Un besote :)

Cuboderubik dijo...

No era ninguna pista... Sólo supongo que se me quedó enganchada la palabra a la punta de la lengua... Y sí, yo también pensaba que era el capítulo 69, pero ya sabes, la evidencia siempre resulta pornográfica...

Un beso!